MANA VOLVIÓ A TRIUNFAR ANTE EL PUBLICO
URUGUAYO EN UN CONCIERTO QUE REPASO SU EXITOSO REPERTORIO.
De la expresión política al amor
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critica | FABIAN MURO MANA Artista invitado. Sórdromo Músicos invitados.
Fernando Vallín (guitarras y coros), Juan Carlos Toribio (teclados)
Localidad. Centro Comercial Parque Roosevelt Fecha. 24 de febrero. |
Luego de una correcta y breve
presentación por parte de Sórdromo, los mexicanos de Maná dieron comienzo al
espectáculo con una cabalgata de imágenes que aludían a temas que siempre les
fueron caros a los integrantes de la banda: la ecología y la defensa de los
derechos humanos, entre otros.
A partir de la canción Justicia, tierra y libertad (del más reciente disco
Revolución de amor), los músicos recorrieron los más populares temas de su
repertorio, en un concierto que duró un poco más de dos horas. No faltó casi
ninguno de los "hits" que hicieron de Maná la banda internacional más
vendedora en Uruguay en los últimos años: Oye mi amor, Hechicera, Cuando los
ángeles lloran, Se me olvidó otra vez, Vivir sin aire, Corazón espinado, entre
otros.
Naturalmente, fueron recibidos con fervor por las aproximadamente 10.000
personas que pagaron precios que iban desde $ 200 hasta $ 1.000 (pasando por $
350, 500 y 600). Esa cantidad de gente habla del poder de convocatoria de
Maná, seguramente aumentado por el hecho de que hacía tres años que el grupo
no se presentaba en Uruguay. Pero también habla de que una gran parte del
público uruguayo de Maná se encuentra entre los estratos superiores de la
escala socioeconómica (es eso o la tan mentada crisis económica no es tal).
Además, la audiencia de los mexicanos es muy variada en términos de edad y
sexos. Hombres y mujeres en edades que iban desde la adolescencia hasta bien
entrados los cincuenta conformaban el variopinto paisaje del estacionamiento
del Centro Comercial Parque Roosevelt. Tal vez sea esta capacidad de Maná por
captar públicos de todas las edades la que molesta a algunos críticos de rock,
que tildan a la banda de "liviana".
COMPROMISO. A pesar de que Maná cuenta con un público numeroso y heterogéneo,
los músicos no eluden "bajar línea" en términos políticos, pronunciándose por
ejemplo en contra de la planificada guerra contra Irak y a favor del uso de
preservativos para evitar el Sida y los embarazos no deseados. Comparados con
el mutismo en términos de explícitas declaraciones políticas de la mayor parte
del rock nacional, los Maná aparecen a primera vista como músicos
comprometidos. Sin embargo, bajo un escrutinio más riguroso, el compromiso de
Maná se presenta como poco arriesgado. Sus consignas pueden compartirse por un
gran número de personas porque ¿quién no apoyaría, en términos generales, un
alto a la matanza indiscriminada de las ballenas? ¿O el respeto por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Motor. Sin embargo, el fuerte de Maná no está en sus declaraciones políticas
ni en su apoyo a los movimientos ecologistas. Lo que más entusiasma a su
público son las bastante inofensivas canciones de amor que el cantante Fher
Olvera entona para el placer de la audiencia, coreadas tanto por mujeres como
hombres. Más allá de canciones de inmediata asimilación, el verdadero motor de
Maná, al menos en vivo, es Alex González, baterista, cantante y absoluto
protagonista en el escenario. Como una cruza entre Rico Torres (baterista de
Bon Jovi) y "Pato" Dana (ex-bajista de Níquel y Traidores), González no solo
impulsa la música del grupo con un enérgico e impecable estilo, influenciado
por Stewart Copeland (Police) y Peter Criss (Kiss), sino que también posee un
despliegue escénico que opaca incluso al "front man" Olvera: salta, juega con
los palos, se para encima de la batería, hace un solo de cerca de diez
minutos, corretea por el escenario y canta. Por esas razones, su
interpretación de Me vale fue uno de los momentos más celebrados por el
público, que también le cantó un "que los cumplas feliz" ya que González
festejaba su cumpleaños.
Cuando ya se acercaba la medianoche, el grupo comenzó a redondear su
presentación con Vivir sin aire y Rayando el sol, antes de regresar al
esceanario para los bises: Angel de amor, Clavado en un bar y En el muelle de
San Blas. Con un sonido prácticamente impecable (aunque a veces el volumen era
demasiado alto), los mexicanos volvieron a triunfar en Uruguay.
Los que se quedaron afuera
Era previsible que los altos precios de las entradas para el concierto de Maná
iban a dejar afuera a muchos fanáticos del grupo.
Al salir del recinto que delimitaba la zona del espectáculo, quien firma se
topó con miles de personas que se habían congregado para escuchar las
canciones. La masa de gente se extendía casi hasta el comienzo del área de
estacionamiento del Centro Comercial y si bien no se podía ver mucho —a no ser
que se contara con un vehículo alto para poder pararse en el techo del mismo—,
el potente equipo de amplificación llevaba el sonido de las canciones hasta
todos lo que se juntaron afuera de los altos tablones de madera que separaban
a los que habían pagado su entrada de los que no pudieron o no quisieron.
A pesar de que fuera del recinto la presencia policial no era muy marcada, no
se registraron incidentes graves y entre la gente imperaba un clima de
contenida alegría. Era un paisaje que poco tenía que ver con el habitual
ambiente que se puede encontrar en las afueras de un concierto de rock en
Uruguay, en el que el "mangueo" y cierta agresividad juvenil es moneda
corriente.
Maná es un grupo para las familias de clase media, que aunque pauperizada por
la recesión y la desocupación, no descarga frustraciones en enfrentamientos
con la policía y los encargados de la seguridad contratados por la empresa
productora.
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