Descubrí mi
pasión por los tambores cuando tenía cinco años. Comencé acompañando la
música de la radio con las ollas de la cocina y con las cajas de cartón del
supermercado. Un día, mi profesora de preescolar me vio tocar y –al
reconocer mi talento– me regaló una batería de juguete, adornada con chispas
rojas. Jamás me olvidaré de ese día. No fue sino hasta los doce años de edad
que me di cuenta lo maravilloso que sería formar parte de una banda.
Mi primera influencia musical provino de Ringo Starr, pues al ver a
los Beatles en la televisión me dije, “Eso es lo que quiero hacer el resto
de mi vida”. Las canciones del álbum “Abbey Road” fueron de las primeras que
acompañé con mi batería. También fui aficionado de John Bonham y Led
Zeppelin. Lo que más me gustó fue la resonancia de sus tambores y la
magnitud de su sonido. Keith Moon fue el primer baterista de rock en
destacarse tanto como cantante, como guitarrista. Su acompañamiento
impresionaba por su energía, y además siempre hacía alguna locura al tocar
la batería. Stewart Copeland, del grupo Police, fue otra de mis
principales influencias. Gracias a este músico, resolví tocar los tambores
más duro que nunca. En cuanto a Terry Bozzio, él es sencillamente
increíble. Se encuentra en otra dimensión. “Heavy Metal Bebop”, como también
sus videos, no dejan de impresionarme.
Aún escucho la música de los Beatles, Led Zeppelin, The Police, The Who, U2
y The Clash, como también la de Nirvana, Pearl Jam, Foo Fighters, Green Day,
Blink 182 e Incubus. Es muy importante escuchar todo tipo de canciones
porque le permite apreciar qué es lo que está sucediendo en el mundo de la
música, y qué nicho puede ser el tuyo. Considero que siempre se puede
aprender algo, de quien sea. Voy a los conciertos, compro videos, y mantengo
los ojos y los oídos atentos en todo momento. Además, practico lo más que
pueda.
Maná ha desempeñado un papel muy importante en Estados Unidos, en lo que
respecta al Rock en Español. Cuando comenzamos a tocar aquí en 1993, no
estábamos del todo seguros de lo que íbamos a encontrar. Sin embargo, se
dieron los resultados y cuando las demás bandas vieron lo bien que nos había
ido, también comenzaron a tocar en Estados Unidos. Me parece fabuloso que
las bandas de lengua castellana, como la nuestra, puedan vender millones de
álbumes y copar los auditorios en todo el país. También es halagador ver el
gran número de “anglos” que se han vuelto adictos a nuestra música. |