PARA
TODOS AQUELLOS QUE CADA DÍA DEJAN LO MEJOR PARA QUE NUESTROS NIÑOS,
Y TAMBIÉN PARA QUE NUESTROS ADULTOS, QUE EN SU MOMENTO NO PUDIERON
IR A LA ESCUELA, APRENDAN, NO SOLO EL 2 X 2, NO SOLO HISTORIA, CIENCIAS...,
ETC, ETC, LO DEJAN TODO PARA QUE APRENDAN A SER SERES SOCIALES, A INTEGRARSE,
A RESPETARSE, A QUERERSE.
SABEMOS QUE ES DIFÍCIL, HAY DIFERENCIAS SOCIALES, HAY DISCRIMINACIÓN,
HAY HAMBRE, QUE IMPIDE APRENDER, HAY COMPETENCIA...., PERO HAY TAMBIÉN
GANAS DE ENSEÑAR, HAY GANAS DE APRENDER Y NUESTROS MAESTROS LO
HAN DEMOSTRADO SIEMPRE: ELLOS SIEMPRE ESTÁN ACOMPAÑANDO
AL NIÑO HASTA SU PASO A LA ADOLESCENCIA.
HOY, NUESTRO PORTAL LE BRINDA HOMENAJE RECORDANDO EL BELLO POEMA DE GRACIELA
GENTA: "SERÁS", QUE REFLEJA LA RELACIÓN DEL MAESTRO
CON EL ALUMNO, EL ALIENTO, EL CARIÑO QUE CADA DÍA, CADA
MES, CADA AÑO, EL MAESTRO ENTREGA.
GRACIAS
A TODOS ELLOS!!!!.
SERÁS
Porque
serás mañana
el hombre nuevo,
el que inaugure
el tiempo de los tiempos
el que descifre
un nuevo abecedario
que regirá
la ley del Universo.
Porque serás mañana
el que construya
entre las patrias
los caminos nuevos,
el que tienda
puentes de esperanza
sobre los ideales
de los pueblos.
Porque serás el hacedor
de un mundo,
y harás de realidad
lo que hoy es sueño,
porque estarás más cerca
de los astros,
porque andarás de pie
sobre el misterio.
Porque serás el hombre
de otro siglo
y aprenderás la esencia
de otros verbos,
porque será tu historia
la que diga
que vencerán los cielos
al infierno,
porque serás tal vez
quien glorifique,
la razón del amor
entre los buenos,
porque serás el hombre
de mañana
yo trascendida en la esperanza
crezco.
Tu maestro de Sexto año.
Graciela Genta.
TAMBIÉN
EL ESCRITOR URUGUAYO JUAN CAPAGORRY EMBELLECE ESTE HOMENAJE CON:
EL
MAESTRO RURAL
A Homero Grillo
Antes
íbamos a caballo hasta “El Cruce” y allí esperábamos
el ómnibus que nos llevaba a la escuela del kilómetro 75.
En invierno crecía la cañada y no íbamos casi nunca.
Ahora tenemos la escuela en las chacras, en un rancho que cedió
Lucio Argenta.
Cuando llegó el maestro en el charret, con Lucio, él no
nos vio; pero nosotros que notamos todo en el camino, lo vimos llegar.
Era un hombre joven y alegre. Lucio reía cuando él hablaba...
El maestro fue por todos los ranchos a saludar a
los vecinos, a pedirles que nos mandaran a la escuela.
Cuando el tiempo “levantó” y se pudo trabajar, lo vimos
al maestro con Lucio que le enseñaba a arar:
- Firme la mancera maestro. ¡Firme la mancera!
Enseguida fue un hombre querido por nosotros. Donde había que ayudar
él llegaba:
- No sé, pero quiero ayudar, además así aprendo.
Los chacareros que le desconfiaban porque venía de la ciudad, ahora
lo sentían uno de ellos.
Consiguió una lechera pero no sabía ordeñar; los
más grandes de nosotros, acostumbrados a hacerlo, le enseñábamos.
El miraba agachado, con gran tensión, lo que para nosotros resultaba
tan fácil.
- A ver, ahora déjenme a mí.
La vaca lo “extrañaba” y escondía la leche.
El no se enojaba, se reía: “Ya aprenderé”. Imitaba
el movimiento de nuestras manos.
- Así tiene que ser, nos enseñamos los unos a los otros.
Una noche, mientras mi madre hacía la comida, mi padre, que tomaba
mate silencioso, de pronto dijo como hablando solo:
- Está apurado el maestro porque aprenda a leer...
Los chacareros van de noche a la escuela. Mi padre llega con los libros
y cuadernos bajo el brazo. Tiene fea letra. Las “a” las hace
así. Yo lo corrijo y le enseño.
A veces llega riéndose solo y le cuenta a mi madre lo que les estuvo
leyendo el maestro: “Un viejo loco que atropellaba los molinos a
lanza porque creía que eran gigantes. ¡Qué de reírnos,
viejo palangana!”
Le cuenta a mi madre lo que aprende mientras afila unas tijeras, porque
tiene que enseñarle a podar al maestro.
Cuando la seca grande, la tierra tenía rajaduras en las que podía
meter un puño. Los chacareros la miraban como a un amigo enfermo:
“Se va a perder todito” decían, y se quedaban mirándola.
Las tardes ocultaban un sol de un rojo dolido; después de cenar,
los chacareros miraban el cielo tratando de descubrir algún indicio
de lluvia. Pero la seca seguía...
Los hombres se habían vuelto callados y hoscos, las mujeres habían
olvidado su canto.
El maestro, con un pasto que tenía entre los dientes, desgranaba
un terrón de tierra y miraba los maicitos tempranos volverse metálicos
por falta de agua.
Estábamos en la escuela cuando llegó la lluvia: la avisó
un relámpago solo que partió al medio la tarde. Se oscureció
todo. Salió el maestro y salimos nosotros: allá a lo lejos
la lluvia empañaba los cerros, venía ligero hacia nosotros,
cubriendo el paisaje.
Una gota grande mojó la cara del maestro. ¡Qué alegría
la suya! Se sacó la túnica que agitaba en el aire y recorrió
con nosotros los ranchos gritando y cantando, llamando a cada chacarero
por su nombre: ¡Pedro! ¡Lucio! ¡Don Ángel! ¡Llueve!
¡Llueve!
Dejaba correr el agua por su rostro vuelto al cielo, las manos levantadas,
dejando que la lluvia lo empapara.
Los chacareros desde la puerta de los ranchos lo miraban conmovidos...
Esta tarde, aunque nos empapamos, en nuestras casas no nos dijeron nada.
Llovió toda la tarde; el paisaje quedó limpito, la tierra
negra, los campos verdes, los cerros bien azules... El maestro y los chacareros
allá a lo lejos recorrían los plantíos.
El cielo se floreció de mariposas y los borró de nuestra
vista.
Nosotros salimos a jugar y a querer agarrarlas.
También queremos, a través de la poetisa
uruguaya Jovita de Almeida (1930), regalarles este poema hermoso que nos
describe ese día inolvidable para los padres, para los maestros,
para todos: el comienzo de clases...
COMIENZAN LAS CLASES:
Pasan por mi calle
palomitas blancas,
cubren la vereda
las palomas blancas.
Salen de sus nidos
en horas tempranas,
el sol las alumbra
en senda dorada.
En distintas eras
pasan la mañana,
recogiendo el grano
palabra a palabra.
Otras palomitas
en grandes bandadas
toman el camino
que lleva a las aulas.
De pronto un murmullo
invade la calle,
vuelven a su nido
al caer la tarde.
Pasan por mi casa
palomitas blancas,
hay una esperanza:
la Paz, tiene alas.
Es
importante recordar, a modo informativo, que en Uruguay existen Monumentos
a los Educadores:
A
María Stagnero de Munar:
Homenaje
a María Stagnero de Munar (1856-1922), educacionista uruguaya.
Autor: Juan D´Aniello (uruguayo – 1891-1972).
Inauguración: 14 de marzo de 1929.
Ubicación: Prado (zona del Lago).
A La Maestra:
Homenaje a las maestras.
Autor: Severino Pose (uruguayo – 1863-1963).
Inauguración: 1930.
Ubicación: Plaza “Samuel Lafone”, sobre la Avda. Carlos
María Ramírez entre las calles Heredia y Humboldt
A José Pedro Varela:
Homenaje
a José Pedro Varela (1845-1879), pedagogo y periodista uruguayo,
llamado el Reformador de la escuela pública.
Autor: Miguel Blay (español)
Inauguración: 14 de diciembre de 1918.
Ubicación: Plaza “José P. Varela”. Bvard. Gral.
Artigas, Avda. Brasil y Canelones.
AL
MAESTRO:
Homenaje
a los educadores uruguayos.
Autor: Bernabé Michelena (uruguayo – 1888-1963), en colaboración
con el Arq. José H. Donato.
Inauguración: 18 de mayo de 1945.
Ubicación: Parque Batlle y Ordóñez.
Descripción: Figura femenina de pie con los brazos abiertos en
cruz. A los costados y detrás de la escultura, bajorrelieves alegóricos
distribuidos en cuatro pantallas que representan por su orden: la enseñanza,
las artes, las ciencias y el trabajo.
Redacción
y Recopilación de Datos:
Valentina
Garcés Campbell. |