LOS
INSTRUMENTOS DEL CAMBIO
Nuestra
reflexión acerca de los instrumentos
para el cambio progresista parte de algunas
constataciones. En primer lugar la bancarrota
del neoliberalismo, y lo que ocurre en nuestra
región y en el mundo dibujando su catástrofe.
En segundo término debemos asumir que
los cambios acontecidos en la realidad hacen
que muchos de los instrumentos que históricamente
hemos defendido deban ser reformulados. En
tercer lugar la reafirmación del camino
político y sus centralidad para operar
las acciones colectivas con sentido democrático
desde la Corriente Popular.
Nuevas
realidades, nuevos actores
Una
de las más relevantes transformaciones
que ha acontecido en los últimos años
es la caída del socialismo real. Esto
implica que el proyecto alternativo no podrá
disponer de los espacios que antes existían
fruto de la bipolaridad mundial desaparecida.
Otro
cambio señalable se produce con la
variación sustancial de la composición
social paralela a las modificaciones de las
estructuras de producción, disminuyendo
la cantidad y la incidencia de sectores sociales
tradicionales y surgiendo nuevos actores de
gran dinamismo.
Los
sectores progresistas debemos incorporar activamente
a nuestro proyecto a los sectores marginales
cuya importancia ha aumentado significativamente
"gracias" a las políticas
conservadoras. También debemos sumar
a sectores altamente innovadores (como los
vinculados a la "nueva economía"),
ubicados en realidad dentro de los "ganadores"
del proceso de modernización capitalista.
El dinamismo de estos sectores, suele entrar
en colisión con el modelo dominante,
por lo que requieren un modelo alternativo
para desarrollarse plenamente. Para poder
articular estos nuevos actores sociales junto
a los que históricamente hemos convocado
precisamos de un "pacto social".
La política de alianzas debe ser una
obsesión para nuestra izquierda. Más
que preguntarnos quien sobra en nuestro proyecto,
lo que debemos preguntarnos permanentemente
es quién no está y debería
estar. Estar y participar activamente y ser
protagonista de un proyecto que busca profundizar
la democracia y construir un modelo participativo
y descentralizador.
Nuevo
estado, nuevo mercado
Para lograr un modelo que nos permita una
inserción competitiva y dinámica
a nivel internacional en el marco de una sociedad
integrada, precisamos superar el falaz juego
de suma cero neoliberal: más mercado,
menos estado. Debemos reivindicar un estado
fuerte que a su vez sea capaz de organizar
y fortalecer el mercado. Un estado que intervenga
directamente cuando sea necesario, que regule
cuando así lo impongan las necesidades
sociales, o que eventualmente deje hacer.
Un estado flexible, independiente de las corporaciones,
conformado por recursos humanos altamente
calificados, bien remunerados y motivados.
Un estado más participativo, que pueda
articular los diversos actores sociales detrás
de una estrategia de desarrollo nacional con
justicia social.
Junto
a este nuevo estado precisamos un mercado
más dinámico, adaptado a las
necesidades de nuestro país. Un mercado
con una alta presencia de empresarios innovadores
y donde existan reglas claras de funcionamiento
que den garantías a todos los participantes;
comerciantes, industriales, productores y
que reconozca los derechos humanos del consumidor
como principal protagonista de la economía.
Gobernar
la globalización
La globalización de los procesos económicos
convierte al mundo en un solo gran mercado
productor y consumidor, como consecuencia
de la velocidad de las comunicaciones y la
sustitución de la masificación
tradicional de actividades por una especialización
mas valorada. Variantes que pueden ser ventajosas
en la medida que sepamos aprovecharlas u obstáculos
insuperables en caso contrario.
Reivindicamos
el ámbito local como espacio desde
el cual transformar la sociedad. Afirmamos
la importancia de reafirmar la identidad nacional,
sostenerla y exhibirla con legítimo
orgullo de orientales y uruguayos Pero también
sentimos la necesidad de integrarnos cada
vez más profundamente a estructuras
supranacionales. La respuesta de la izquierda
a los desafíos del presente tiene necesariamente
un alto contenido global. El proceso de globalización
en marcha tiene consecuencias decisivas sobre
la mayoría de los seres humanos del
planeta. Sin embargo nadie sabe con precisión
dónde y sobre la base de que análisis
se resuelven las "reglas" de la
globalización que después todos
los gobiernos deberán acatar. ¿Quién
adopta todas estas "sabias" decisiones?
La respuesta a tanta irracionalidad se llama
democracia. Hay que gobernar el signo de la
globalización. Si muchas de las decisiones
que antes correspondían a los estados
nacionales hoy están fuertemente condicionadas
por el marco global, entonces es en el ámbito
global que deben ser resueltas. Precisamos
un "Estado democrático planetario"
que regule la economía mundial y establezca
criterios distributivos. Tenemos que caminar
en dirección a ese objetivo y proponer
iniciativas en los organismos multilaterales
estatales internacionales, en el ámbito
de la Organización de las Naciones
Unidas y en los distintos foros democráticos
de la comunidad internacional. Sostenemos
la necesidad de instaurar un salario mínimo
mundial, junto a normas que penalicen el dumping
social. Proponemos la reducción de
la jornada laboral como solución de
mediano y largo plazo al problema del desempleo.
Somos parte del movimiento mundial para la
instauración de la tasa Tobin, como
un mecanismo para regular los movimientos
especulativos de capital a escala internacional.
Apostar
al futuro
Nuestra
sociedad destinó a principios del siglo
XX gran cantidad de recursos a la construcción
de numerosas escuelas públicas, las
que se transformaron en un monumento uruguayo
a la democracia y a la igualdad de oportunidades.
De ese mismo período data la construcción
del Palacio Legislativo, que se constituyó
en un imponente símbolo de libertad.
La construcción de estos "monumentos"
requirió del sacrificio de generaciones
que lo hicieron soñando con un mañana
mejor.
Herencias de un modelo nacional que funcionó
en el viejo Uruguay Batllista y que nos ilustra
sobre la viabilidad del Uruguay del futuro.
La
sociedad uruguaya debe hacer un enorme sacrificio
en el campo educativo y científico-técnico.
Debemos apostar decididamente a la sociedad
de la información y a la nueva economía.
Tenemos inmejorables condiciones para hacerlo
y si no lo hacemos quedaremos nuevamente relegados,
está vez quizás de manera más
irreversible. Una revolución educativo-científico-técnica
permitirá hacer realidad el sueño
de una sociedad genuinamente desarrollada,
libre e igualitaria.
Las
nuevas generaciones frenteamplistas
El
análisis de los instrumentos políticos
para la transformación del Uruguay
debe girar en torno a la formidable herramienta
del cambio que constituye el Frente Amplio.
La creación del Frente expresa el viejo
anhelo de aglutinar todas las fuerzas progresistas
detrás de una única formación
política, el "Partido del Cambio",
como lo definía Quijano. De esta forma
el viejo bipartidismo blanco-colorado, daría
lugar a uno del tipo progresistas-conservadores.
Este nuevo bipartidismo que empezó
a tomar forma con la fundación del
Frente Amplio, terminó de quedar definitivamente
instaurado en las últimas elecciones
nacionales. El Frente se ha convertido en
la primera fuerza política del Uruguay
a pesar de no haber conquistado la presidencia.
La
Corriente Popular reivindicando su origen
blanco, nacionalista y popular, se siente
orgullosa de formar parte de este espacio
de la esperanza nacional, junto a tantos valiosos
compañeros de distintas tradiciones
de nuestro movimiento popular. Sentimos el
compromiso de aportar a la elaboración
de un proyecto renovador para la izquierda,
necesario para permitir la concreción
del anhelo histórico de un gobierno
de mayorías nacionales. Un proyecto
que contemple los cambios de elencos y propuestas
que nuestro Frente requiere para mantener
permanentemente plena vigencia. Una de las
características centrales de nuestra
identidad de siempre: el componente juvenil
y renovador de nuestro grupo, está
llamada a jugar un papel decisivo en esta
tarea. Nos comprometemos a poner nuestro mejor
empeño en incorporar nuevos militantes
o de rescatar a los que se encuentran desmovilizados
o desmotivados, para contribuir de esta forma
a la vitalidad y continuidad del proyecto
progresista.
La
Corriente Popular afirma su fe en el futuro
progresista. Convoca a dejar atrás
las tristes herencias de desilusión
y desesperanzas originadas en el Siglo XX
y a mirar los extraodinarios logros de la
cultura , la civilización y el progreso
ocurridos en la centuria.
Proclama su optimismo nacional y universal.
Rechaza cualquier amarga reconciliación
con la realidad basada en el desencanto.
Reafirma la voluntad inquebrantable de construir
una sociedad basada en la dignidad del hombre
y rechaza con idéntica energía
toda visión inspirada en las amarguras
de la historia.
En la Corriente Popular nos sentimos capaces
de ayudar a transformar los sentimientos de
dolor en rabia y bronca constructivas que
salgan desde el alma de los hombres y mujeres
de todas las edades para gritar libertad y
edificar justicia.
En la Corriente Popular nos sentimos dignos
luchando por la dignidad, integrantes de una
cultura nacional que sintetiza valores prominentes
de vertientes universales.
Patria
pa'quedarnos
Para
llevar a la práctica el proyecto progresista
debemos convocar a los sujetos del cambio.
Precisamos de los tradicionalmente perjudicados
por las políticas neoliberales: los
trabajadores, los desocupados, los industriales
y los productores agropecuarios. Precisamos
de nuestra gente del interior, del país
profundo, del extremo norte, del centro, del
este y del oeste. Precisamos, a los nuevos
actores de la sociedad de la información,
a los científicos, a los profesionales
y a los empresarios vinculados a la nueva
economía.
No
renunciamos a construir deliberadamente, desde
nuestro rechazo radical a la injusticia, un
futuro diferente.
No son fuerzas ingobernables las responsables
de lo que nos pasa, como afirma la derecha.
Nuestro destino depende de nosotros.
Somos hombres y mujeres con ambición.
Tenemos la enorme ambición de soñar
con un mundo diferente.
Un mundo donde nuestra felicidad y la de las
personas que queremos esté indisolublemente
ligada a la libertad y a la felicidad de nuestros
semejantes.
Padecemos las injusticias desde este rincón
del mundo y desde aquí decimos que
no damos ninguna batalla por perdida. Nuestra
patria la vamos a hacer más nuestra,
más entrañable. Acá no
sobra nadie.
En la patria que se viene hay lugar para todos.
En el mundo nuevo caben todas las patrias.
Uruguay
2001
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