NUEVAS
DIMENSIONES DE LAS CRISIS AMBIENTALES Y SOCIALES
Los
problemas que los seres humanos sufrían al parecer eran asumidos
o derivados hacia los "otros", de alguna manera descalificados
o expulsados de los espacios del privilegio: pobres, campesinos, mujeres,
emigrantes, disidentes. Y se podían establecer fronteras geográficas
o sociales para mantenerlos ghetizados. Pero actualmente aunque se mantienen
zonas de exclusión estas no son sufientes para contener todos
los problemas. Desde Chernobil es aún más claro que los
peligros no pueden ser dejados fuera. Los problemas pueden se medidos
y convertidos en estadísticas, pero ahora no están cercados
y localizados en sectores sociales ni en enclaves geográficos.
El poder del peligro suprime las zonas protegidas y las diferenciaciones
sociales de la modernidad. Los suecos con su riqueza sufrieron la contaminación
y se convirtieron en unos pobre suecos amenazados por problemas que
no podían enfrentar. Una nube radiactiva impactó suelos,
aguas y hasta algunos genes, y los obligó a cuidarse del aire,
del agua y hasta de las frutas del bosque. En lugar de hadas y gnomos
susu bosques se habían poblado de elementos casi inimaginables:
elementos radiactivos.
El diagnóstico del peligro (detectado por instrumentos satelitales
de altísima tecnología) coincide ahaora con el conocimiento
de que se está ineluctablemente a merced del mismo.
Zafados de la adscripción de roles sociales fijados por el orden
social -con la garantía de los derechos individuales vigentes-
nos encontramos con un nuevo destino "adscriptivo" de peligro,
del que no hay manera de escapar. Y ese destino que habia escapado al
signo de la pobreza -Suecia por ejemplo es una sociedad del derroche-
se encuentra con el signo del miedo y la impotencia.
La paradoja se instaló en esas centrales nucleares, expresión
máxima de las fuerzas productivas y creativas del ser humano,
convertidas en signos de una nueva sociedad cargada de peligros en medio
de un despilfarro de recursos aseguradores, que impulsan al máximo
el individualismo propietarista, pero que lo amenaza con fuerzas imposible
de cubrir desde instancias individuales. Y aunque proliferan los consejos
y los mecanismos destinados a defender lo privado, en los problemas
más amenazadores lo privado ya no existe. No pueden encontrarse
preservativos que nos defiendan de todos los contactos.
El conocimiento se convierte en fuente de incertidumbres, y el hacer
está cargado de inseguridades. Pero esas incertidumbres e inseguridades
alcanzan niveles impresionantes en sus posibles consecuencias. El abuso
en el empleo de pesticidas o de hormonas, en el afán de incrementar
los resultados conlleva amenazas de cáncer o desequilibrios profundos
en la salud de todos. El error "humano" en Chernobyl o en
Bophal, fruto de la imprevisión de las políticas de desarrollo,
se tranforma en fuerzas destructivas que pueden llegar al genocidio.
El viento o la lluvia, el agua de un rio o un alimento apetitoso han
dejado de ser elementos naturales ya que pueden ser otra construcción
o creación del sistema de producción, lo que hace que
el clima y los elementos naturales puedan ser decisivos en la historia
de un pueblo (los yanomamis en Brasil, los mapuches en Chile o los lapones
en Suecia), de una región (en Narmada, India o en Cubatao, Brasil)
o del planeta como un todo (cambio climático). Y a nivel individual
todos esos elementos confluyen amenazando con distintos tipo de cancer
o de malformaciones que pueden determinar la suerte de nuestros descendientes.
"El sistema industrial mundial se encuentra a merced de la "naturaleza"
integrada y contaminada industrialmente. La contraposición de
naturaleza y sociedad es una construcción del siglo XIX que servía
al doble fin de dominar e ignorar la naturaleza".
Así llegamos al fin de un siglo que soño y creyó
alcanzar el dominio de la naturaleza y de la sociedad, al punto de anunciar
el fin de las ideologías y el arribo al sistema final de organización
económica, social y política.
La naturaleza ha quedado incluída en el sistema de producción
y consumo industrializado. Y la sociedad ha sido progresivamente fragmentada
y sustituida en su propia gestión a través de monopolios
de poder cada vez más estrechos (según informes de las
Naciones Unidas 135 individuos poseen recursos superiores a el PBI de
cientos de países, así como que menos del 20 % de los
habitantes del planeta se apoderan de más del 80 % de los recursos
disponibles).
Las ballenas amenazadas en su medio natural se arrojan a las playas
en una conducta suicida, mientras que los seres humanos se agolpan en
la periferia de las grandes ciudades siguiendo impulsos que tal vez
se correspondan a un impulso similar.
San Pablo, Méjico, Bombay, Santiago y hasta Nueva York son ejemplos
vivos de estos desequilibrios ecológicosociales.
La paradoja aquí radica de que en sociedades menos desarrolladas
las amenazas naturales están en el origen de la creatividad y
de la cultura. Frente a las condiciones ambientales los seres humanos
respondían creando sus viviendas, sus herramientas, su agricultura
y acumulaban los conocimientos que favorecían la vida y el modo
propio de valorarla. Por el contrario las nuevas condiciones ambientales
provocadas por el progreso industrializado nos deja casi sin protección
no en realación con la naturaleza /natural sino frente a la segunda
naturaleza creada e incluida en el sistema social imperante. Los peligros
no son externos sino que son internos a las formas de consumir y producir,
a las formas de vida propios de esta "cultura" enloquecida.
Omnipresentes, los peligros autogenerados por esta cultura invertida,
al mismo tiempo que promueve el "crecimiento de la insignificancia"
(al decir de Castoriadis) provoca un crecimiento de la dependencia y
de la pasividad. Individuados y abroquedados en el yo, despojados de
instancias significativas de socialización y de comunidad. Una
muchedumbre solitaria que deambula en busca de sentidos en el consumo,
cada vez más alejados de la producción de bienes y de
sentido. Desempleados, es decir sin uso para su capacidad de ser y hacer,
desposeidos de capacidades y recursos, es decir meros consumidores y
electores de productos y direcciones de las que son meros destinatarios.
Sin posibilidades de creatividad, de autoría y de definir las
condiciones de sus propias vidas. Las estadísticas son la única
instancia que reune opiniones y que puede modificar orientaciones.
La erosión aumenta la desertificación en el mundo natural,
y junto con la mmanipulación genética son una fuente de
riesgos. Por otra parte la apatía y la atomía erosionan
el mundo social, y posibilitan el patentamiento de genes plantas y conocimientos
colectivos, en desmedro de la seguridad y la calidad de vida. Muchas
son las sociedades están en una fase avanzada de desintegración,
que tiene sus raíces en un proceso paralelo de destrucción
de la estructura (atomía) y de destrucción de la cultura
(anomia). Max-Neef en ese sentido habla de sociedad en vias de otro
subdesarrollo
Las estructuras para la interacción humana son verticales (Estado,
empresas capitalistas, partidos políticos) u horizontales (familia,
grupos de afinidad, organizaciones sociales). Pero el modelo de desarrollo
impuesto juega cada vez más en esa verticalidad y homogeneización
que se ha denominado globalización.
En todos los niveles lo instituido se ha burocratizado, centralizando
y creando una excrecencia privilegiada, instrumentalmente equipada para
la dominación (nuevas clases dominantes y sus aparatos de dominación),
contaminando incluso las propias organizaciones que emergen para resistirla.
Las sociedades actuales resultado de esas formas de dominación
(por la espada y por la cruz), pretendidamente aseguradas en lo sacralizado
(Iglesia y Estado), están ahora socavadas desde dentro por la
corrupción y el descaecimiento de sus valores. El vaciamiento
de sentido emerge incontenible.
El final de este camino parece apuntar a la anomia total, lo que dejará
como única norma cultural (mediadora a nivel interpersonal) los
análisis egoncéntricos de costo-beneficio. Una generalización
del mercado que invade todos los ámbitos de la vida social y
cultural. Una moral bancaria de aplicación generalizada.
Como señala Galtung, la atomía/anomia son el precio social
básico de ese proceo de modernización. En las relaciones
cuerpo a cuerpo (sexo), en la intimidad (relaciones amorosas o afectivas),
en la política (luchas de intereses partidistas o de grupo),
en la comunidad (pretendida autogestion solidaria que integra todos
los niveles).